Verdades ovaladas
¿Qué forma tiene la verdad? ¿existe? ó ¿ha muerto? ¿puede morir lo que nunca existió? Niezsche habla sobre percepciones de verdad, lo cual nos refiere a tantas verdades como sujetos intervinientes. Todorov hace hincapié en el relato, es decir en la sucesión de acontecimientos y transformaciones, que cuanto más consistente y elaborado sea dará una impresión más fuerte de verdad.
¿Y si la verdad tuviera forma de pelota?
¿podríamos manipularla fácilmente con una mano como una de golf o tenis? ¿sería
uniforme y rodaría por la superficie casi sin sobresaltos como una de fútbol?
Yo creo que no, la verdad sería una pelota de rugby. El ovalo es una figura
geométrica difícil de definir, en realidad difícil de estandarizar. No existe
un sólo tipo de óvalo. Pueden tener un eje de simetría o no tener ejes
simétricos. Varios indicadores me indican que la verdad, tiene forma de pelota
de rugby. Y esa verdad cada uno la traslada como puede, a veces es difícil de
sujetar y se nos escapa, otras veces uno se aferra a ella sin entender los
conceptos del juego y llegamos al otro lado del campo con un try que en realidad
es de mentira. La verdad toma rumbos inesperados, no pica con lógica ni
linealmente, al igual que la guinda. Te hace ir para adelante y en una milésima
de tiempo tienes que retroceder.
Así como Pierre Bourdieu (quizás en
modo de falsa modestia) afirmó que no sabe nada sobre la práctica deportiva al
comienzo del capítulo 13 de Sociología y Cultura dónde da las bases de ¿cómo
uno puede ser deportista?, yo intentaré desandar algunos mitos, prejuicios y
verdades de un deporte del que no se nada (o casi) como el rugby,
Monumento a William Webb Ellos en la Rugby School |
No existe en el
mundo ciudad que se llame softball, bádminton ni básquet. Pero el rugby tiene
una ciudad homónima, dónde en teoría “nació” el deporte. En dicho sitio en el
año 1823 un joven llamado William Webb Ellis en medio de un partido de fútbol,
se le ocurrió tomar la pelota con la mano y correr hacia campo contrario. Mito
que el protagonista nunca pudo desmentir ni confirmar ya que dicho relato se
generó luego de su muerte. Naturalmente tampoco hay testigos. La realidad fue
que no hubo intenciones de crear un deporte, ¿Qué niño o adolescente no hizo lo
mismo a lo que adjudican a Webb Ellis? Pero hay que concluir que el
romanticismo del relato de la corrida épica y fundacional es más agradable que
verosímil. Así como nos “vendieron” la historia, la marca argentina Webb Ellis
es una de las más exitosas vendiendo indumentaria de Rugby y Hockey (viste a
120 clubes de la Argentina), pienso que tan enriquecedor hubiera sido para el
relato que al pequeño William lo hubieran provisto también de un palo.
El rugby y el fútbol
nacieron juntos y durante muchos años los límites entre uno y otro fueron
difusos. De hecho, la primer Federación se creó en Inglaterra en 1871 y se llamaba
Rugby Football Union. Esta última palabra se repite con intensidad tanto para
nombrar las organizaciones que nuclean el deporte como para definir uno de los
principales valores entre los miembros de un equipo.
La organización
internacional del rugby se dio en 1886 (dos décadas antes que el futbol), sin embargo,
se mantuvo bajo el ala del amateurismo casi 70 años más que su deporte hermano.
Obviamente el relato de los 100 años de rugby amateur (hasta 1996) fue una
fábula, al igual de lo que sucedía con el fútbol antes de 1930. Los equipos
contrataban jugadores y los dueños los hacían empleados de sus empresas, algo
así como ñoquis, para poder justificar los salarios. Según el trabajo académico
“El rugby Amateur en la Inglaterra del Siglo XIX ¿filosofía o manipulación
social” de Javier Gálvez González y Stasinos Stavrianeas no hubo ninguna regla
que se refiera al amateurismo hasta 1886 y fue con la intención de diferenciar
a aquellos nobles caballeros que practicaban el deporte “honradamente” de
aquellos jugadores oportunistas que sólo los incentivaba el dinero para jugarlo
(que casualmente provenían de la clase trabajadora).Pero esta historia que
contamos no es exclusiva del rugby, pasó en la mayoría de los deportes, incluso
en la organización del evento deportivo más importante como lo son Los Juegos
Olímpicos.
Aún hoy está en el aire ese prejuicio de que
el rugby es un deporte de elite, es decir practicado por las clases más
acomodadas y quizás esta tardanza hacia la profesionalización le da fuerza al
argumento. El hombre que se dedica plenamente al deporte en el amateurismo es
porque tiene el tiempo y el dinero para poder hacerlo, y querer retrasar la vía
hacia la profesionalización podría tener como argumento que las clases
populares (que carecen de ambos recursos) se sumen a la práctica deportiva. A
nivel nacional debemos hablar de un rugby amateur y muy centralizado (Buenos
Aires, Córdoba Santa Fe y Tucumán), donde los clubes cumplen una función social
tratando de difundir la práctica deportiva por ejemplo mediante becas que
eximen al niño/a del pago de la cuota. Pero el rugby es un deporte de mucha
exigencia física, si se quiere llegar a jugar en primera, se debe descansar
bien, alimentarse de manera acorde y estar físicamente preparado. Quiero decir
con esto que el rugby no es un deporte burgués, ni de elite, pero para
disputarlo en el alto rendimiento se requieren de recursos que quizás le falten
al conjunto de la sociedad. En todo caso el deporte amateur es de elite.
Historias Ovaladas
Bourdieu se preguntaría
por qué un niño/niña opta por practicar rugby, cuáles son los horizontes de
expectativas que se generan al respecto y que consideran ellos que este deporte
tiene, que los otros no. Encontré en
Oscar Torres y Sofía Córdoba dos testimonios tan ignotos como interesantes. Dos
personas que vienen del afuera del rugby en términos de practica deportiva (en
el caso de Sofía sus hermanos jugaron en Los Tilos) y quizás con muchos
preconceptos antes de iniciarse en el deporte.
Oscar, mide dos metros de altura y tiene
un rostro de bonachón que parece no corresponder con su impresionante
dimensión. Viene de un país en el que la mayoría apenas sabe de la existencia
del rugby. En El Salvador se juega Béisbol de alto vuelo, pero su biotipo lo
llevó al básquet. Llegó a La Plata para estudiar ingeniería (le quedan 5
finales). Muchas personas lo detenían caminando por la calle para invitarlo a
jugar rugby, hasta que en un momento accedió. Un hombre se ofreció a llevarlo a
un entrenamiento al club San Luis. Vestido como basquetbolista hizo su entreno
en el rugby a pura patinadas por el calzado, hasta que un compañero se acercó
para prestarle unos botines (que al finalizar la práctica le regaló). El hombre
que lo llevó, que es socio vitalicio del club, luego lo invitó a cenar y
repitió el ritual al menos una semana hasta que Oscar se hizo de amistades. Lo
mismo aconteció con Sofía, fue amor a primera práctica. Ella vino a estudiar
Arquitectura desde Neuquén, y con muchos años de vóley en el lomo, se
encontraba jugando para Gimnasia el torneo ARVA pero el destino la llevó hacia
la ovalada. Buscando club para su hermana menor, se terminó enganchando ella y
el rugby pasó a completar un vació que el vóley no llenaba. Ambos son deportes colectivos,
pero para ella en el rugby es indispensable la unión del grupo para llegar a
una meta, en el vóley no necesariamente. Los egos son más fuertes y los valores
de las personas diferentes. Oscar afirma que llegó al país con la idea de
estudiar e irse, pero gracias a los vínculos que generó por el rugby, se
quedará.
A simple vista no
pareciera ser un deporte tan hermético para iniciarse como se lo pinta. Ni de
elite. Ambos protagonistas opinan que no tiene que ver con el deporte, sino más
bien con el club donde se lo practique. Está en el aire esa idea de expandir al
deporte, de hacerlo más popular en el sentido de la práctica. Por eso en
Berisso se juega rugby, por eso las mujeres se aventuraron a esa difícil tarea
de desmachizar el deporte. Ellas también pueden jugarlo (aunque algunos clubes
se opongan desde sus estatutos, en la ciudad sólo La Plata Rugby y
Universitario tienen equipos femeninos).
Cuando no se puede
pagar la cuota (que oscila entre los 3 mil y 4 mil pesos) los clubes becan a
jugadores. La gran mayoría de chicos del interior, según Oscar son becados. En
concordancia a eso, Sofía, comentó que además de la baja en las cuotas por
parte de la Comisión de Rugby, ellas hacían bingos y vendían tortas con el
objetivo de juntar dinero “en Universitario hay una chica que vive en un hogar
porque sus padres fallecieron cuando era chica, y que vaya es un ejemplo para
nosotras”, naturalmente esa chica no tiene recursos para pagar pero desde
varios frentes se lucha para que siga asistiendo. Hay un papel muy
preponderante en el deporte en muchas personas que no entran en el campo de
juego, ya sea un tipo que te invita y se ofrece a llevarte a un entrenamiento
como de un simple vecino que te compra unas tortas para juntar fondos para el
club. El deporte – como muchos aspectos de la vida- no puede verse ni
entenderse meramente de una manera lineal.
Sofía y Oscar coinciden que lo que tiene el rugby (quizás como desventaja a mi entender) es que, si bien lo pueden jugar diferentes biotipos de personas por la gran cantidad de posiciones a cubrir, se requiere de un gran estado físico, incluso para realizarlo de una manera más recreativa. Si no estás bien entrenado, la brusquedad del juego te puede llevar a una lesión. Además, los tiempos de recuperación son mucho más extensos que en otros deportes, ese fue el motivo que hizo que el rugby en su versión original se haya jugado por última vez en un Juego Olímpico en 1924.
Otro de los relatos que más circulan sobre el rugby, es su violencia. Es decir, lo violento que son las personas que lo practican y que estuvieron en el ojo de la tormenta por acontecimientos cómo el asesinato de Fernando Baéz Sosa y otros con finales menos trágicos, pero con rugbiers como protagonistas. En una entrevista muy interesante a Raúl Calvo Soler - español que trabaja en la UAR publicada en Infobae – este opina que el problema justamente es que no se reconoce el problema. En una encuesta que se hizo a casi 26 mil personas ligadas al rugby, el 95% dice no haber tenido conflictos que lleven a la violencia. Su antídoto es trabajar con los niños desde la pedagogía y definir el qué y cómo enseñar, concluyendo en que “hemos diseñado coches de alta velocidad y no le hemos puesto el freno”. Con respecto a esta temática Sofía Cordoba esgrime que “el rugby se manchó por estas cuestiones. Los valores del rugby son hermosos, pero cuando pasan estas cosas la gente empieza a hablar sin saber y todo lo demás se viene abajo. En el rugby femenino, por ejemplo, no existen las actitudes violentas pero de todas maneras no hay que generalizar, “Hay chicos que respetan al deporte y al otro”.
Para Calvo Soler “al rugby le faltan
miradas desde afuera”, y el objetivo de cualquier deporte debiera ser formar
personas. Es un trabajo de mucho tiempo, donde incluso liderazgos fuertes como
los de Pablo Matera van a estar puestos en tela de juicio.
El contexto del
rugby de hoy en día no deja de ser un reflejo, una muestra, de lo que
representa la sociedad, la culpa nunca será del deporte.
Mariano Augusto Bernal